Aquicito nomás. ¿Sólo el TLC salvará al Tambopata-Candamo?

Roberto Ochoa B. Sigo sin entender a los representantes del gobierno. Por un lado, se esfuerzan hasta la más patética sumisión para lograr la firma del TLC con Estados Unidos. Pero al mismo tiempo sorprenden con propuestas que pueden paralizar todas las gestiones en Washington. En estos precisos momentos, la bancada del Partido Demócrata tiene en su escritorio una comunicación enviada por numerosos organismos de defensa del medio ambiente advirtiendo la decisión del gobierno peruano de recortar 240 mil hectáreas del Parque Nacional Bahuaja Sonene, correspondiente a la mundialmente célebre zona del Tambopata-Candamo, en Madre de Dios. Y lo que es peor: con abusos y granjerías de por medio. Al Ejecutivo no les basta con el hecho de contaminar con la actividad petrolera un espacio amazónico como el de Tambopata-Candamo (que se logró salvar, incluso, de las males artes que gobernaron durante el fujimorismo), sino que el ministro de Agricultura, Ismael Benavides, se sumó al complot, y acaba de firmar el cese del Intendente de Áreas Naturales Protegidas del Inrena, Luis Alfaro, un funcionario que se limitó a cumplir con su deber, y se opuso a conceder el permiso para la explotación petrolera. Si este proyecto de ley es aprobado por el Congreso, se estaría atentando contra uno de los pocos espacios de biodiversidad que quedan en el mundo, reconocido por instituciones como la National Geographic Sociaty, que en el año 2002 lo incluyó en la lista de los siete santuarios naturales más importantes del mundo. Lo patético es comprobar que mientras el Ejecutivo se llena la boca promocionando la participación del Perú en el concurso de las "Siete Maravillas Naturales del Mundo", el propio gobierno pone en riesgo nuestros espacios naturales más emblemáticos para entregarlos a una empresa petrolera. Ahora dirán que solo se trata de tareas "exploratorias", pero lo cierto es que las detonaciones, el vuelo rasante de los helicópteros, las vibraciones de los peque-peques y deslizadores, el traslado de maquinaria pesada, la presencia de campamentos con trabajadores petroleros y la consecuente presencia de proveedores, son una sentencia de muerte anunciada para el Tambopata-Candamo.